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El auge de los combustibles alternativos está abriendo nuevas posibilidades a los conductores que buscan reducir gastos y emisiones sin renunciar al motor térmico. Entre las opciones más extendidas se encuentra el GLP (Gas Licuado de Petróleo), un carburante que permite mantener el uso de un coche convencional con un coste de adaptación relativamente accesible.
La cuestión clave es: ¿compensa realmente instalar un sistema GLP frente a seguir utilizando gasolina? Este análisis aborda la diferencia entre ambos combustibles desde varios ángulos: precio, consumo, autonomía, mantenimiento, proceso de conversión y ventajas ambientales.
Sea cual sea el tipo de combustible que se utilice, es en todo caso importante disponer de una buena póliza de seguro, para contar con coberturas adecuadas en todo tipo de intervenciones y reparaciones en caso de necesidad.
El GLP está formado principalmente por una mezcla de propano y butano en estado líquido. Su uso en automoción se ha extendido porque combina buen rendimiento, bajo coste y menor impacto ambiental frente a la gasolina.
Los vehículos preparados para GLP disponen de un doble depósito, uno para gasolina y otro para gas, lo que amplía la autonomía y ofrece flexibilidad a la hora de repostar.
Repostar un coche GLP es un proceso sencillo y rápido. En las estaciones de servicio habilitadas se conecta la boquilla especial de carga al depósito y el gas se transfiere a presión. La operación apenas dura unos minutos y su coste es sensiblemente inferior al de la gasolina, lo que constituye uno de sus principales atractivos.
Uno de los principales motivos para adaptar un coche con etiquetas “B” o “C” al uso de GLP, es poder acceder así normalmente a la etiqueta “ECO”, por lo que conviene conocer bien los beneficios de los diversos tipos de etiqueta medioambiental.
La adaptación de un motor de gasolina a GLP consiste en instalar un sistema adicional de inyección de gas que funciona de manera paralela al ya existente. Esta modificación no sustituye el sistema de gasolina, sino que lo complementa, de modo que el vehículo puede alternar entre ambos combustibles según convenga.
El procedimiento incluye varias fases:
Tiempos de instalación
La adaptación suele tardar entre 1 y 3 días laborables, dependiendo de la complejidad del motor y el tipo de depósito elegido. En la mayoría de los talleres especializados, el proceso puede completarse en menos de 48 horas.
Coste de la operación
El precio varía en función del modelo de vehículo, la capacidad del depósito y la tecnología utilizada, pero el rango habitual es de 1.500 a 2.500 euros. En algunos casos, marcas o concesionarios oficiales ofrecen promociones que reducen el coste o lo financian a plazos.
Este desembolso inicial se ve compensado con el ahorro de combustible a medio plazo, que puede suponer varios cientos de euros al año para conductores habituales.
Durante algún tiempo otra alternativa muy fomentada frente al uso de GLP fueron los biocombustibles que se siguen aplicando a muchas utilidades, aunque ha decaído bastante su fomento al no ser realmente sostenibles en su fabricación.
En términos de consumo puro, el coche GLP suele gastar entre un 10 y un 20% más de carburante que uno de gasolina equivalente, debido a que el gas tiene menor poder calorífico.
Sin embargo, esta diferencia se compensa por el precio del litro de GLP, que suele situarse en torno a la mitad del coste de la gasolina.
Esto significa que, aunque el coche necesite más litros de gas, el gasto por cada 100 kilómetros resulta más bajo que utilizando gasolina.
La instalación de un kit GLP en un vehículo convencional tiene un precio que puede oscilar entre 1.500 y 2.500 euros, dependiendo del modelo y la capacidad del depósito.
Para calcular la rentabilidad real, conviene analizar el ahorro por kilómetro:
La diferencia de 4,8 € por cada 100 km implica que, tras recorrer entre 30.000 y 40.000 km, la inversión queda amortizada.
Uno de los puntos fuertes es que un vehículo adaptado cuenta con dos depósitos operativos. Esto significa que puede funcionar con gasolina en caso de agotar el gas, lo que incrementa la autonomía total.
En cifras, un coche con 500 km de alcance en GLP más otros 500 km en gasolina puede superar fácilmente los 1.000 km sin necesidad de repostar.
No hay que olvidar que las gasolinas están sometidas a una importante presión fiscal, que encarece su precio de una manera muy notable, mientras que el GLP cuenta con imposiciones algo menores, consiguiendo así un precio final para el usuario bastante más atractivo.
Los principales beneficios de este combustible son:
A continuación, una comparativa resumida de los aspectos más relevantes:
| Factor técnico | Gasolina | GLP |
|---|---|---|
| Precio por litro | Alto (1,60–1,80 €/l aprox.) | Bajo (0,80–1 €/l aprox.) |
| Consumo medio | Menor (6–8 l/100 km) | Mayor (7–9 l/100 km) |
| Autonomía | Limitada al depósito único | Combinada (GLP + gasolina) > 1.000 km |
| Emisiones contaminantes | Más altas (NOx y partículas) | Menores (más limpio) |
| Coste de adaptación | – | 1.500–2.500 € |
| Etiqueta medioambiental | C (en muchos casos) | ECO (mayoría de modelos adaptados) |
El GLP se presenta como una alternativa interesante para quienes recorren muchos kilómetros al año y desean reducir el gasto de combustible sin renunciar a la comodidad de un coche convencional.
Aunque el consumo en litros es algo más elevado, el coste por kilómetro es claramente inferior frente a la gasolina.
La inversión inicial en la adaptación se recupera en un plazo razonable, sobre todo si se utilizan con frecuencia trayectos interurbanos. Además, los beneficios adicionales, como el etiquetado ECO, la mayor autonomía y la reducción de emisiones, consolidan al GLP como una opción equilibrada entre economía y sostenibilidad.
En definitiva, adaptar un coche a GLP puede ser rentable y práctico, especialmente para conductores habituales que buscan ahorrar y circular con menos restricciones en entornos urbanos.
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