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Quizá los coches voladores aún tarden en llegar, pero lo que sí es una realidad son las carreteras inteligentes, grandes aliadas para mejorar la experiencia de conducción y reforzar la seguridad en las vías. ¿Quieres saber qué aportan y cómo cambiarán nuestra forma de circular? ¡En este post te lo contamos todo!
Aunque en la mayoría de los casos se trata de proyectos aún en desarrollo, las carreteras inteligentes son vías que incorporan tecnología avanzada en materia de seguridad, carga de vehículos eléctricos y conectividad. Se trata de prometedores proyectos que usan sensores, cámaras y/o paneles solares para mejorar la experiencia de conducción.
Las carreteras inteligentes tienen la capacidad de almacenar una gran cantidad de información sobre diferentes factores relacionados con las vías que serán de gran utilidad tanto para los conductores como para las autoridades, pudiendo transmitir los datos en tiempo real. De esta forma, se mejoran las comunicaciones y se eleva el nivel de seguridad sobre el asfalto.
En la sociedad de la información en la que vivimos todo está conectado, y las carreteras no podían ser menos, ya que son las infraestructuras más usadas a diario por los usuarios. Para conseguir los máximos niveles de seguridad se valora integrar elementos tecnológicos que permitan prever, informar y responder ante determinadas circunstancias de peligro, como pueden ser los cambios meteorológicos, la densidad de tráfico o los desperfectos de la calzada.
En un futuro no muy lejano, todos nuestros movimientos por carretera estarán monitorizados automáticamente de tal forma que vehículos, calzada, peatones y demás elementos de la vía estén conectados entre sí a través de sensores y cámaras con el objetivo de crear una red de información en tiempo real que permita a los usuarios realizar una conducción más eficiente y a las autoridades controlar el flujo del tráfico.
Gracias a este tipo de sistemas que se implantará en las vías se podrá conocer la densidad de tráfico en cada momento, facilitando la fluidez y evitando atascos. La idea principal es que, tras la lectura de datos por parte de los sensores, se ofrezca a los usuarios que se aproximen al embotellamiento una ruta alternativa a través de los receptores instalados en vehículos inteligentes o a través de la transferencia de esos datos a los navegadores y smartphones.
Otra de las grandes utilidades de este tipo de carreteras inteligentes es que serán imprescindibles para la circulación de vehículos autónomos, ahora que todo apunta a que en un futuro no muy lejano no será necesario que una persona vaya al volante para que el coche pueda circular. Para ese momento, esta red de comunicación e información ha de ser estable y eficaz.
Además, las smart-roads tienen en cuenta valores como el cuidado del medio ambiente. En este sentido, diversas empresas ya han empezado a utilizar residuos de plástico para la construcción de infraestructuras. Por tanto, las carreteras inteligentes se configuran como una forma de movilidad comprometida con el medio ambiente.
No obstante, a pesar de toda esta lista de beneficios para la conducción, la más importante es que las carreteras dotadas de tecnología pueden ayudar a reducir el número de víctimas de accidentes de tráfico, al contar con información actualizada y de calidad para ayudar a los conductores a prevenir posibles peligros en la calzada.
Por tanto, las carreteras inteligentes tienen tres objetivos claros: aumentar la eficiencia en la circulación, mejorar la seguridad y reducir el impacto ambiental. Aunque todavía no están implementadas de manera generalizada, cada vez más gobiernos destinan una dotación económica mayor para la investigación y desarrollo de estas tecnologías y los sistemas que harán posible implementar carreteras inteligentes.
Estos cambios provocarán una revolución en la conducción tal y como la conocemos hoy, a la que deberán adaptarse las infraestructura, los vehículos, la legislación o las pólizas de los seguros de coche.
La base de toda la tecnología de las carreteras inteligentes es la inclusión de redes inalámbricas y de inteligencia artificial. Como ejemplo, en Hamburgo (Alemania) ya se ha implementado la primera smart-road a través de la cual se puede gestionar el tráfico denso y que cuenta, además, con un sistema de iluminación inteligente a través de sensores estructurales y ambientales.
En algunos puntos del mundo ya hay tramos de carreteras que disponen de redes automáticas para controlar la iluminación, pinturas especiales que acumulan energía para mantener la visibilidad por la noche, sensores inalámbricos que detectan la temperatura del asfalto o sistemas de cámaras conectadas que permiten analizar el tráfico y predecir futuros atascos.
Estas implementaciones se verán mejoradas y reforzadas en unos años con el avance en las investigaciones. Otras de las tecnologías que se valora aplicar para hacer realidad las verdaderas carreteras inteligentes son:
En definitiva, las carreteras inteligentes llegarán a formar parte de nuestro día a día de tal forma que ayudarán a la reducción de accidentes, a mejorar la seguridad y la protección de viajeros e infraestructuras y a hacer más eficientes los recursos públicos a través de su optimización. Asimismo, de la gestión del tráfico y la implementación de políticas de movilidad sostenible se deriva una menor contaminación, reduciendo la huella de carbono y, por ende, mejorando la calidad del aire.